lunes, 30 de abril de 2007

El mundo de las ideas: Uribe y el Cid Campeador

Abril-2005

Dos momentos con diferencias abismales, de acuerdo. Pero entre uno y otro se encuentran puntos en común asimismo enormes. Eran momentos de grandes tensiones, de problemáticas intrincadas, de afanosa búsqueda por líderes que movilizaren a las masas, inermes y sumidas en la desesperanza. Eran hombres distintos, de acuerdo. Pero ambos habían escalado hasta las posiciones de mando que habían logrado, con fragor e infatigable lucha. Sujetos ambos del señalamiento, pero victoriosos al final, por el compromiso inexorable que sobre sus principios profesaban. Al final, hombres, pero más allá de eso, portavoces de ideas universales, de principios, de ideales de justicia y de equidad profundos, de un ánimo enérgico y decidido, pero igualmente de un carácter sereno y atento.

El gobierno de Uribe es portavoz de un número inmenso de gentes, quienes han visto su desazón convertida en esperanza, su temor convertido en valor y coraje para enfrentar los desafíos de la patria. Como aquel mítico hidalgo, de noble corazón y aguerrido carácter, conocido por todos como el Mio Cid, el presidente de Colombia se ha configurado como forjador de una patria unida, nueva y digna. Tanto Uribe como el Cid empezaron desde abajo. Ya Uribe con apenas el 2% de la intención de voto en las presidenciales y las falsas acusaciones de paramilitar de parte de otro candidato, ya el Cid con el apoyo de sólo sus más cercanos colaboradores al momento de ser desterrado por el Rey don Alfonso VI.

Así pues, desde el inicio se puede ver una similitud grande, que es mayor si evidenciamos las circunstancias históricas que rodearon a uno y otro. La España del Cid estaba desmembrada. Los moros la ocupaban y el caos era generalizado. La Colombia de nuestros tiempos es asimismo una nación desmembrada, por el accionar de los violentos. Así, en uno y otro caso, la cuestión era necesariamente la de recuperar la unidad nacional, libertando en primer lugar el territorio ocupado por el enemigo. El Cid da varias batallas en contra de los moros y a favor del rey, recuperando el territorio e incluso siendo capaz de tomar Valencia:
“A Valencia se encamina y sobre Valencia da.
Bien la cercó Mio Cid ni un resquicio fue a dejar
Vierais allí a Mío Cid arriba y abajo andar.
Un plazo dio por si alguien venirles quiere a ayudar.

Aquel cerco de Valencia nueve meses puesto está
Cuando el décimo llegó la tuvieron que entregar.”
[1]

Por su parte, Uribe comienza su mandato con voluntad firme para defender a sus ciudadanos, bajo el slogan de campaña “Mano firme, Corazón grande”, y enmarcado dentro de la idea de la Seguridad Democrática. Hasta la fecha la suya ha sido asimismo una lucha infatigable pero victoriosa. Si bien queda mucho por hacer, la opinión favorable de las encuestas nos muestra a un Uribe que ha logrado dos cosas fundamentales: ha logrado unir a los colombianos en hacer frente al terrorismo y asimismo ha conseguido triunfos grandes en contra de dicho mal.

Y es que recuperar la unidad territorial es vital. Medios Para la Paz
[2], en informe que recopila el trabajo de ong’s internacionales y nacionales en nuestro país, reseña que las FARC, el ELN y las Autodefensas gastan diariamente 2'300.000 dólares para financiar sus actividades terroristas. Dicha capacidad se ha visto reflejada en un terrorismo que no deja ninguna duda respecto de su carácter ofensivo. Señala el mismo medio que en los últimos 15 años se han desplazado, como consecuencia del conflicto armado, cerca de 1.100.000 niños en todo el país. En efecto, calculan que 217 mil personas se desplazaron solo durante el 2003 como consecuencia del conflicto interno colombiano. En Marzo de 2004 todavía había 5.343 personas secuestradas en el país, muchas de ellas desde la década pasada. Igualmente, 36.910 colombianos han sido recibidos en condición de refugiados en 24 países, según informe divulgado por la oficina de la ONU en Bogotá. En informe publicado el 18 de septiembre de 2003 por Human Rights Watch, se afirma que en Colombia hay más de 11.000 niños combatientes, una de las cifras más altas del mundo. Se estima que unas 9 mil personas mueren anualmente por causas asociadas al conflicto según el Informe Nacional de Desarrollo Humano, de Mayo de 2003; asimismo entre 1996 y 2001, más de un millón de colombianos abandonaron el país y no regresaron. La evidencia empírica, ajena a cualquier retórica de tipo político, nos demuestra un hecho evidente: un terrorismo rampante y a la ofensiva, siendo los colombianos sus afectados directos.

Y es que tanto el llamado “Señor de las Batallas” o Sidi Campeador, como Uribe han sido decididos en un tema tan fundamental como lo es la defensa del pueblo. Se empeñan muchos en ver la problemática de la guerra de manera bipolar, cual si se tratare apenas de elegir entre la paz o la guerra, con el obvio magnetismo que encarna la primera. Pero la problemática colombiana no puede verse de manera tan simple; estamos tratando con grupos que ya están haciendo la guerra y que no decidirán la paz en función de los sentimientos de los colombianos. Por eso considero tan acertada la posición del gobierno, puesto que fortalece las instituciones en defensa del ciudadano y del mandato constitucional que exige la protección de su vida, honra y bienes. Es menester entender que el gobierno de Uribe no es de ninguna manera aliado de la guerra; por el contrario, cumple con el mandato constitucional que le obliga a proteger a los colombianos, cuestión que debería ser axioma de cualquier gobierno, que debe hacer de este un punto vital de su administración. Así pues, me desconcierta que se predique del gobierno de Uribe su naturaleza intrínsecamente guerrerista. Existe una obligación, decididamente ineludible, cual es la protección de los colombianos; la paz es naturalmente un objetivo esencial, pero no se logra descartando la protección de la ciudadanía. Se dice que la solución al conflicto no debe ser meramente militar; estoy de acuerdo puesto que se trata también de recuperar la legitimidad institucional en territorios alejados. Anotemos, claro está, la restricción presupuestal inherente a países como el nuestro y la inevitable presencia militar como punto de partida para cualquier política social, para impedir la cooptación, por parte de los grupos ilegales, de los recursos que a esta se destinen. A la manera del “Señor de las Batallas”, Uribe ha partido desde los más básico: la recuperación de la unidad nacional, como axioma ineludible de su proyecto.

Pero las similitudes entre el Cid y nuestro Presidente trascienden de las mencionadas, que muchos llamarían meramente coyunturales. El punto vital que une a uno y otro es la recuperación del que yo llamaría, el mundo de las ideas. “El poema en cuestión [El Cantar de Mio Cid] nos presenta al Cid como cristiano fervoroso que acata siempre la voluntad divina; como héroe en quien se concentran todo el valor y todo el estoicismo español; (…) es pues Ruy Díaz de Vivar, algo así como una encarnación gloriosa de todo cuanto hay en la nación española de más noble y más típico (….) no es, en consecuencia, un simple poema épico: es una epopeya. La epopeya española.”
[3] Así las cosas, El Cid, es, si se quiere, réplica del conjunto de valores propios a la nacionalidad española.

Pues bien, así también con el presidente. En efecto, de este hay que reseñar, por ejemplo, su gran amor por el trabajo, que se ve evidenciado en las largas jornadas de consejos comunales. Igualmente, en uno y otro concurre una fe enorme. Ya hemos oído a Uribe encomendar al país a Dios reseñando así la grande importancia de lo divino, como quiera que tiene indudable primacía sobre lo humano. El presidente asimismo enfatiza el rol vital de la familia, como forjadora del país, resaltando así la que es, sin duda, la más vital de las instituciones colombianas. En palabras pronunciadas ante la Misión Carismática Internacional Uribe decía: “Y otro motivo de gratitud: ustedes son un ejemplo moral, un ejemplo de ética. Ustedes practican como predican. Ustedes predican como viven. Ustedes tienen un gran liderazgo moral y ético porque ustedes tienen coherencia entre lo que dicen y la manera como proceden: como proceden en el estudio, en el trabajo, en la política, en las relaciones de familia, en las relaciones de grupo. Ustedes nos dan un gran ejemplo de coherencia, de moral, porque son fieles a sus convicciones. Y nos dan ejemplo de ética porque utilizan estas convicciones para servir al prójimo, para servir a Colombia.” [4] Nótese pues ese énfasis en cuestiones puntuales, que llamaría propias de la “colombianidad”. Sin hacer hincapié en una u otra religión, el discurso pronunciado muestra de manera evidente este ensalzamiento de principios básicos, propios a la “colombianidad”, a los que Uribe hace referencia constante.

A pesar de la falibilidad propia del ser humano, tanto el Cid como Uribe logran emprender una búsqueda trascendente, por ideas universales, respuestas éstas a las problemáticas de sus tiempos y, en suma, respuestas a las problemáticas propias de los grupos sociales. “En el Poema, los dolores se convierten en gozos, los rigores en glorias y triunfos; lo que no ocurre jamás es que lo malo e convierta en bueno.”
[5] En efecto, el punto más vital, a mi parecer, en uno y otro personaje es esa búsqueda por valores universales, no por ello excluyentes, sino punto de partida para una vida mejor. Y es que tanto el Cid, en su lucha, buscó que sus valores fueran punto de partida para cualquier otra idea que surgiera, así también Uribe ha logrado que su programa se cimiente en unos ejes muy puntuales, trascendentes, pero no por ello excluyentes. Ideales estos que se han visto consignados a lo largo del gobierno; seguridad, estabilidad económica, comercio. Y es que es una vuelta al mundo de las ideas puesto que son estas las que realmente garantizarán una vida digna a los colombianos en el futuro. La demagogia y el populismo han, evidentemente, perdido terreno. Así, para finalizar, hemos visto la coincidencia de uno y otro personaje en cuestiones tales como su deseo por recuperar la integridad del territorio pero igualmente he dado cuenta de la similitud en términos de principios de uno y u otro. Tanto el Cid como Uribe son patriotas y ya al segundo se le dan características místicas propias del primero. En fin, es lo que pasa con los héroes.


[1] Anonimo, Poema de Mio Cid, Bedout, Medellín, 1981, Pág. 59
[2] MPP, Medios para la Paz,
http://www.mediosparalapaz.org/,
[3] Nicolás Bayona Posada, Historia de la Literatura Universal, Editorial Voluntad Ltda., Bogotá, 1963. Pág. 14
[4] PALABRAS DEL PRESIDENTE ALVARO URIBE VELEZ DURANTE LA CONVENCION INTERNACIONAL DE LA MISION CARISMÁTICA http://www.presidencia.gov.co/discursos/2004/enero/mision_carismatica.htm
[5] Cesáreo Bandera Gómez, El Poema de Mio Cid: Poesía, Historia, Mito, Biblioteca Románica Hispánica, Editorial Gredos S.A, Madrid, 1969, 42

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Bibliografía
Anonimo, Poema de Mio Cid, Bedout, Medellín. 1981

Nicolás Bayona Posada, Historia de la Literatura Universal, Editorial Voluntad Ltda., Bogotá, 1963.

Cesáreo Bandera Gómez, El Poema de Mio Cid: Poesía, Historia, Mito, Biblioteca Románica Hispánica, Editorial Gredos S.A, Madrid, 1969.

Direcciones Web
MPP, Medios para la Paz,
http://www.mediosparalapaz.org/
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PALABRAS DEL PRESIDENTE ALVARO URIBE VELEZ http://www.presidencia.gov.co/discursos/2004/enero/mision_carismatica.htm

1 comentario:

Anónimo dijo...

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